Cuando su hija empezó a mostrar interés por el fútbol y algunos comportamientos masculinos, a ella le descolocó. Se supone que no es “típico” de las niñas estas conductas. No sabía bien si debía decirle alguna cosa para que cambiara o debía dejarla hacer, aunque no fuera propio de su rol de género.
Pide cita | Se denominan roles de género a aquellos comportamientos que social y culturalmente se han asignado a las mujeres y a los hombres por el hecho de nacer con unos determinados genitales (hembra o macho, esto es el sexo biológico de la persona). El sexo hace referencia a una cuestión biológica y el género hace referencia a una construcción social.
En este sentido, culturalmente se han asignado una serie de características y comportamientos como femeninos y otros como masculinos. Por tanto, si nacemos mujer, se espera de nosotras que nos comportemos, pensemos y sintamos de una determinada manera. Por el contrario, si nacemos hombre, se espera que nos comportemos, pensemos y sintamos.
De esta manera, también, nos relacionaremos con los otros en función de los comportamientos asignados socialmente a nuestro género.
Ocurre que desde que nacemos (a veces, incluso antes) vivimos en relación con un determinado contexto sociocultural, este medio refuerza de forma diferencial la emisión de una serie comportamientos (lo que hacemos, pensamos, sentimos y decimos) que se etiquetan como femeninos o como masculinos.
Es decir, si nacemos mujeres o nacemos hombres, el contexto en el que nos desarrollamos (del más grande como puede ser nuestro país, al otros más pequeños como puede ser la familia o la escuela) refuerza los comportamientos que se corresponden con la etiqueta que se ha construido como “femenino” o como “masculino”.
Se tiende a valorar positivamente que una niña se comporte de forma tranquila, sea buena, obediente, que exprese sus emociones, delicada, que se conforme, se fije en el aspecto físico (¡qué guapa!, ¡qué vestido más bonito!) y un largo etcétera. En contraposición, de los niños se espera que sean inquietos, traviesos, fuertes, brutos, que tomen la iniciativa, valientes, valoramos su inteligencia (no les decimos ¡qué guapos!, sino ¡qué listos!) y en este caso, también, un largo etcétera.
Tanto si hablamos de niñas como de niños, aquel que no entra dentro de estos cánones, empezará a destacar por ser diferente, incluso, puede que algunas personas les critiquen o les invaliden por no encajar dentro del comportamiento esperado por su género.
Con todo esto, vamos creciendo asimilando e identificándonos con estos roles y con determinadas tareas que se asocian a los mismos, asumiendo un rol principal para el hombre y un rol más secundario para las mujeres. La crianza, los cuidados físicos y emocionales para las mujeres y, la productividad y el sustento económico, para los hombres.
¿ Qué consecuencias tienen los roles de género en la pareja?
Afortunadamente, a lo largo del tiempo se han ido cambiando muchas dinámicas en las relaciones de pareja que suponían un perjuicio para la mujer. Aún así, todavía queda mucho por hacer.
Aún en nuestros días, todos los agentes de socialización (libros, películas, series…) exponen modelos de relaciones de pareja que se corresponden con la perpetuación de los roles de género. Algunos ejemplos, sin aludir a ninguna peli/serie seguro que podemos ponerle nombre y nos saldrían opciones distintas:
- Chico le gusta chica, chica le gusta chico, el que tomará la iniciativa para acercarse e intentar iniciar una relación, normalmente será él.
- ¿Quién pide matrimonio a quién?
- La chica popular en el instituto es la que tiene novio formal, sin embargo, la que tiene relaciones esporádicas es considerada como “fresca” y los chicos, con cuantas más chicas salgan mejor.
- Chica en apuros que es salvada por el superhéroe de turno, con poderes o no y, que posteriormente acaban siendo pareja, él es el fuerte y ella la débil, la que necesita ser salvada.
- Etcétera.
En todos estos casos, se transmite la idea de que el hombre es el que de alguna manera tiene un papel activo y la mujer más pasivo.
Cuando iniciamos o estamos dentro de una relación, solemos esperar que ellos y ellas se comporten de forma diferente, en función de todos estos estereotipos de género.
Roles asignados a las mujeres y a los hombres
Emociones y comunicación
Normalmente el miembro de la pareja que suele ser más comunicativo y que expresa mejor las emociones es la mujer. Si hay un problema, se espera que ella lo hable y lo hable hasta la saciedad y él sea más hermético. Como decíamos antes esto suele ser reforzado de esta manera, se valora que las mujeres hablen de sus emociones y los hombres no lo hagan, eso sería demasiado femenino. Esto implica que muchas veces se pone en ella la responsabilidad del bienestar de la relación.
Compromiso
Parece que esta palabra asusta a los hombres y “enamora” a las mujeres. En algunas ocasiones está asociada a la pérdida de la libertad para los hombres, sin embargo es el “destino” de las mujeres. Si ella toma la iniciativa para hablar de compromiso (que no de boda) parece que quiere “atar” a su pareja, por eso, muchas veces hasta que no es él el que plantea la conversación, de esto no se habla.
Además, como en el ejemplo de antes, se espera que sea el hombre el que pida en matrimonio o sea el que decida o dé el visto bueno a avanzar en la relación (establecer una relación exclusiva, convivir, tener familia, etc.). Parece que hablamos de cosas muy lejanas, cosas que ya no pasan, pero simplemente han tomado otra forma, se han adaptado a las demandas del momento.
Importancia del aspecto físico
Cada vez más los hombres tienden al cuidado de la imagen, la apariencia, la forma de vestir… Aún así, sigue habiendo una diferencia en cómo nos relacionamos en pareja. A ellas, les suele importar menos el aspecto físico de su pareja y lo valora por otros aspectos. Ellas se preocupan más por su propia imagen, existe una gran necesidad de agradar al otro y el miedo a perderle si no cumple con esos cánones de belleza. Él suele valorar positivamente a su pareja por su físico.
Sexualidad:
Se entiende que normalmente será él que tome la iniciativa, el que tenga más ganas de tener relaciones sexuales y el que tenga que iniciarlas. A veces, la mujer puede tener miedo de iniciar o mostrar su deseo porque puede ser considerada con alguna etiqueta negativa. Además de las diferencias en cuanto al deseo (él siempre tiene que tener ganas, menuda presión, y ella será la que no las tenga), también se espera que ellos tengan más experiencia y, a veces, existe la creencia de que los hombres tienen un deseo irrefrenable y que está en su naturaleza ser infieles.
Éstas son sólo algunas de las áreas donde se pueden ver reflejados los roles de género, pueden ser más y serán diferentes en función de la pareja.
Es importante que tomemos conciencia de cuáles son estos patrones de conducta relacionados con nuestro género que cada una de nosotras o nosotros mantenemos y, que los pongamos en duda para iniciar un proceso de deconstrucción. Poder así basar nuestra relación de pareja en una relación de igualdad, respeto, compromiso y responsabilidad mutua.
Reflexionó sobre los roles de género y el sentido que ellos. Quizá ya era hora de que su hija pudiera elegir libremente en base a sus preferencias y no en base a lo que se esperaba de ella por ser niña. Apoyó a su hija en las nuevas actividades en las que mostraba interés, fueran las fueran.
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Raquel Martínez
Enriquecimiento personal
Soy la capacidad de resiliencia y determinación de Serena. Me especializo en el desarrollo y enriquecimiento personal y aporto a mis pacientes las herramientas necesarias para orientar su día a día hacia ese mismo objetivo. Saber más.
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