Llevaba meses sintiendo esa presión en el pecho. Los nuevos cambios en el trabajo no la dejaban dormir tranquila, sentía un nudo en el estómago que no la dejaba comer. Se encontraba desbordada, no podía concentrarse y las relaciones personales empezaban a resentirse. Una y otra vez se decía a sí misma que debía poder con todo, que esto pasaría y ella podría solucionarlo sola. Tardó un tiempo en contarlo a su familia, se sentía avergonzada y fracasada por encontrarse en esta situación…
Hoy en día estamos muy acostumbradas a escuchar y hablar sobre la importancia de la salud física y los hábitos de vida saludables. Vamos al gimnasio, cambiamos hábitos de alimentación, hacemos algún tipo de tratamiento físico, y hablamos de ello con total normalidad, incluso nos enorgullecemos de ello internamente y ante los demás. No dudamos acudir a cualquiera de los especialistas del cuidado de nuestro cuerpo, médicos, fisioterapeutas, entrenadores personales, nutricionistas… Curiosamente, cuando se trata de hablar de salud mental y buscar un especialista para ayudarnos a tratar los problemas psicológicos nos cuesta más.
Al igual que podemos estar enfermas en distintos momentos de nuestra vida, también podemos tener dificultades para afrontar determinadas situaciones del día a día. La salud mental y la salud física forman parte del ser humano, todos las tenemos. Ambas pueden variar a lo largo de nuestro ciclo vital. Esto es más frecuente de lo que pensamos y aún así nos cuesta pedir ayuda profesional y hablar de ello con naturalidad. La presión y la exigencia de “estar bien o ser feliz” nos avergüenza y culpabiliza cuando no lo estamos lo que contribuye a mantener el malestar. Además, no estar el cien por cien del tiempo “feliz” forma parte de la vida de cualquier persona.
Salud mental y bienestar: ¿qué es normal y qué no?
Según la OMS, “la salud mental es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” .
Tener dificultades o problemas psicológicos en algún momento de nuestra vida no tiene nada de malo. Pero, todavía hoy, parece que hay un halo de vergüenza y silencio cuando hablamos de salud mental. El estigma de la “locura” perdura, por ello se hace fundamental poder hablar y normalizar estos problemas.
La salud mental va más allá de la ausencia de un trastorno mental. Se trata de un estado de bienestar, en el que la persona puede hacer frente a las dificultades normales de la vida con su conducta (sus emociones, pensamientos y acciones).
A veces, muchas de nosotras podemos experimentar malestar ante determinadas vivencias y no saber cómo afrontar esas dificultades, en esos casos podemos pedir ayuda a un psicólogo para trabajar en mejorar nuestra salud mental y establecer estrategias que contribuyan a mejorar nuestro bienestar y prevenir futuros problemas.
Finalmente se atrevió a contarle a una amiga que su situación era insostenible, que creía que necesitaba ayuda. Ésta se mostró comprensiva y le recomendó ir a terapia psicológica. Le explicó que en algún momento ella también se había sentido perdida y desbordada y que eso era normal. Le recomendó pedir ayuda y acudir a terapia psicológica para preservar su salud mental.
Tratamiento para la salud mental: 7 prácticas efectivas
Interésate por tí
Dale la misma importancia a tus necesidades que a las de los demás. Cuida tus deseos, intereses y necesidades. Busca un espacio y un tiempo para llevarlos a cabo. Pon límites a los demás y/o a las obligaciones, practica tu asertividad.
Trabaja el autoconocimiento y la aceptación
Identifica tus fortalezas y tus limitaciones. Trabaja para modificar lo que no te gusta y puede cambiar, acepta aquello que no puede. Trátate a ti misma con afecto y amor, practica la autocompasión.
Cuida tus relaciones sociales
Trata de pasar tiempo con aquellas personas que te aportan, pon límites a las que te dañan. Disfruta del contacto social y cuida de no depender de la opinión de los demás.
Practica la flexibilidad
Desarrolla estrategias de afrontamiento que te permitan adaptarte a los cambios a pesar de la incertidumbre. Ocúpate de lo que puedes hacer ahora, pasar tiempo imaginando todas las horribles posibles opciones que pueden ocurrir en el futuro, sólo contribuye a aumentar el malestar. Centra tu atención en el presente.
Practica la tolerancia con los errores
Todo el mundo tiene derecho a equivocarse, incluida tú. Deja de juzgarte por cada equivocación, cada experiencia nos puede servir como una oportunidad para aprender, detecta en qué puedes hacerlo diferente la próxima vez y ponlo en marcha.
Toma decisiones
No prolongues más tiempo del necesario tomar una decisión. Sabemos que elegir requiere asumir riesgos y quizá perder y equivocarte, pero quedarte quieta sin tomar esa decisión no te permitirá avanzar.
Responsabilízate de tu bienestar
trabaja por conseguir tus objetivos sabiendo que el contexto tiene su peso y esto tiene sus limitaciones, pero que siendo flexible puedes conseguir mejorar tu bienestar.
Después de atreverse a pedir ayuda, respiró y fue consciente de que iba a empezar un proceso interno a través del que adquiriría las herramientas necesarias para preservar su salud mental.
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Raquel Martínez
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