Pide cita con una psicologa | Hay momentos en el trabajo terapéutico que desafían y amplían nuestras propias visiones acerca de qué es la vida, quién es el cliente frente a mí y qué es posible.
La terapia de aceptación y compromiso ACT, sabe que estas transformaciones están en los valores, el corazón. El trabajo con valores es como un punto de entrada al corazón de alguien.
Podría ser un joven cansado de vivir en medio de un mundo demasiado descuidado, que se siente solo por la manera en que siente al mundo que lo rodea.
Podría ser la paciente que recientemente ha sufrido un accidente y su vida ha cambiado drásticamente, se han ido muchas cosas, con ellas los sueños y ella misma también, busca un sentido para quedarse, para seguir.
Una persona que todavía vive su vida en un intento de deshacerse de los recuerdos dolorosos del pasado, sin encontrar otro camino.
Cuando los clientes empiezan a captar, a sentir un sentido profundo de lo que es más importante en su vida y lo que quieren defender, su lucha contra su dolor cambia o termina; y se abre un camino. Ves este camino en sus ojos
A veces incluso, lo han tomado antes de que nos demos cuenta, un paso y otro, y comienzan a enriquecer sus vidas de maneras que antes parecieran salirse de lo posible, más allá de la imaginación.
Esto es posible para toda persona que traspase el umbral de la puerta de la terapia; y aunque es difícil, es lo más importante.
Pero no ocurre automáticamente, ni está garantizado…
De hecho, la mayoría de los psicólogos o terapeutas tienen ejemplos personales como los anteriores, y todavía a menudo nos cuesta explorar los valores de una manera que facilite la profundidad y el movimiento en el paciente.
Para entender mejor a qué me refiero aquí cuando utilizo la palabra «valores», podemos agrupar sus características
Características de los valores
- Se eligen libremente.
- Están hechos de movimientos que mueven inevitablemente a acciones: como el camino que se forma solo con lo andado , los pasos que uno da hacia un lugar, algo importante; tanto la dirección como los pasos o acciones constituyen un “valor”. Por lo tanto, son.
- Continuos, dinámicos y en evolución, cambian y se construyen creativamente por la persona.
- Son procesos. Caminos, no resultados: si bien las metas, los objetivos y los resultados son discretos y alcanzables, los valores no. Se pueden vivir en cualquier momento, son un sentido, una dirección.
A veces las personas se obsesionan tanto con la meta que pierden incluso el sentido de porqué realmente siguen un objetivo «por lo que sigo haciendo, lo que estoy haciendo», como por inercia; O puede ser que al descubrir que un camino tiene su horizonte inalcanzable o con muy pocas probabilidades de alcanzarse, podríamos darnos por vencidos y dejar de hacer lo que estábamos haciendo, incluso cuando hacerlo era un camino significativo.
Las personas crecemos en una sociedad que da importancia a los resultados, los logros materiales y visuales, heredamos estas reglas, incluso dedicamos nuestras vidas a perseguir resultados materiales, sociales que puedan ser visibles o aceptados para otros. El dinero, la seguridad, la estabilidad pueden ser muy reforzantes, no solo materialmente sino socialmente. Hemos aprendido a seguir a los demás, sentimos la presión de la sociedad de amigos, de padres o educadores, lo que otros esperan de mí… y se convierte en un hábito hacer lo que se supone que debemos, ser quienes se supone que debemos ser, seguir un vida preconcebida.
Pero, ¿cuánto tiempo pasas pensando en lo que es más importante para ti, a un nivel personal y profundo?
Debajo de los valores se encuentra una inmensa vulnerabilidad.
Y solo tocar lo que más anhelas en la vida se siente cargado de una gran cantidad de riesgo. .. . En el otro lado de la moneda, la inercia se siente tan conocida como cómoda y el cambio peligroso e imposible, a la vez se concibe la posibilidad de no conseguirlo o perderlo.
La incertidumbre, lo desconocido puede ser un lugar simbólico muy arriesgado y aterrador
Y desarrollamos muchas formas y estrategias, muy extrañas y lejanas de la tierra de lo esencial, para protegernos y evadirnos de la vulnerabilidad, el dolor, de nosotros mismos… Incluso cuando nos sentimos desesperados, todavía nos las arreglamos lo suficiente para mantener nuestro “mundo” a salvo: historias que nos contamos sobre por qué no podemos ni deberíamos intentar alcanzar ese algo más, sobre quiénes somos, por qué no somos otros o por qué lo intentamos y fracasamos, por qué no se nos permite hacer otra cosa, dando lugar a un «estancamiento» crónico, “No lo sé”, “nada importa”, “no tengo remedio” etc.
Estas historias que nos contamos y los comportamientos protectores pueden parecer diferentes pero su función es la misma: proteger, evitar, reducir el dolor, de perder, de fallar …
Una de estas formas es precisamente resistirse al trabajo en valores.
Este comportamiento protector es automático, se ha convertido en un hábito, y en la sala de terapia lo vemos constantemente, lo oímos y, a veces, incluso lo hacemos nosotros. Incluso cuando hay un valor en la mesa, el cliente vuelve de nuevo a su capa protectora a su propio razonamiento, a historias hechas de lenguaje, a filtros de cómo volver a ver el mundo, sin haber hecho el más mínimo movimiento.
Todos hemos construido y nos hemos enfrentado a nuestros propios muros, como terapeutas, y como personas.
Después de un tiempo, podríamos decidir que sería mejor seguir adelante y dejar los sueños a un lado como «imposibles» como la mejor opción es una opción segura por un lado … pero también a costa de traicionar quiénes éramos o «el que pudimos ser». Este es el drama de la vida, que encontraremos en la vida, el mismo de tantas vidas …
Como terapeutas también nos estancamos en sitios seguros, cuando intentamos revisar la teoría, aplicar otro ejercicio, otra tarea, repensar cada caso y así sucesivamente.
Pero hay otra forma, una forma que tiene que ver mucho más con renunciar a esta mentalidad, soltar su cuerda y adentrarse en lo desconocido, lo incierto, lo arriesgado, como bucear en busca de un tesoro en medio de un gran océano
Y es en medio de esta oscuridad, desde donde se ve un destello como un anhelo abandonado en el fondo. Algo que es precioso y único para la persona, precisamente porque se ha protegido bien
La mala noticia es que desde este enfoque, o desde esta experiencia, ni las recetas ni las instrucciones funcionarán, otras cosas sí, como el coraje y la voluntad de acercarse al abismo, explorar con el cliente paisajes desconocidos.
Y ¿por qué? ¿Por qué los clientes deberían hacer esto si da miedo, es doloroso, si está cargado del mismo dolor que traen consigo y del que quieren deshacerse?
La respuesta debe ir más allá de la reducción de los síntomas, que no son más que pequeños puntas de iceberg, de motivaciones más profundas, la respuesta se trata de comprender lo que nos hace humanos, por qué necesitamos y buscamos el significado, y ¿por qué tomamos el dolor y hacemos cosas imposibles cuando hay significado?
Lo que se quiere transmitir aquí, es que el hombre es capaz de cualquier cosa, incluso con dolor, para encontrar sentido. Entonces, ¿no es el dolor la raíz del sufrimiento de cada uno? No el dolor en sí, ni la tristeza en sí, ni el pensamiento «negativo» que me viene un día y otro día, ni las ansias de beber, sino la raíz de todo esto, la falta de sustrato, de poder hacer algo diferente con todo eso, hacia un propósito Pide cita con una psicologa |
«Encontrar ese significado personal es la clave para el propio florecer y por ende para la salud mental «
Viktor Frankl
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María Aguirre
Cuidado empático transformando el malestar en camino
Mi objetivo en Serena es crear un impacto personal a largo plazo para ti y en tu vida: crecer y florecer creando un sentido por encima del dolor incluso cuando las circunstancias de la vida se vuelven duras o difíciles… Aúno un enfoque compasivo del ser humano y la filosofía con la terapia científica para ayudarte a auto conocerte, viendo conexiones de tu historia con tus actuales hábitos y su impacto en tu vida y las cosas que amas. Saber más.
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