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¿Depresión o crisis vital?

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“Depresión” o “Realidad Vital”

 

Había cumplido los 30 y, desde entonces, sentía mucha tristeza y desgana. Se hacía preguntas que antes no se planteaba y no podía para de compararse con la imagen que tenía de ella misma en el pasado a la edad que ahora le llegaba. Todo iba bien y , aparentemente, no tenía motivos para sentirse así, pero algo había cambiado dentro de ella.

 

Pide cita con una psicologa | La depresión, es una enfermedad como tal o ¿está circunscrita a características histórico-socio culturales que rodean al individuo? ¿Por qué antes no existía la “depresión” como tal? ¿No sufrían tristeza, abatimientos, sin sentido, duelo y otros síntomas similares a nuestros antepasados?

Parece que desde los años 80 con el auge de los psicofármacos para aliviar malestar emocional por un lado junto con el desarrollo de la ciencia en salud mental se ha puesto el foque cada vez más en temas que hasta la fecha no eran simplemente estudiadas, podríamos aventurarnos a decir que una vez creado el conocimiento y aparentes soluciones a corto plazo como los fármacos nuestro foco y sensibilidad ante el malestar emocional se ha acentuado o co-evolucionando paralelamente. El mismo origen etimológico de la palabra “depresión”, del latín “ efecto de ser oprimido hacia abajo” podría aludir a su verdadero origen: a concretos factores socio-históricos y externos que están o han estado afectando a la persona para finalmente “hundirse hacia abajo”

 

Tristeza y crisis vivencial

 Cuando una persona por ser abandonada  se retira a su habitación, pierde el apetito, deja de comunicarse con sus amigos, se siente mal y no ve el sentido de nada se puede decir que se entiende de forma “coherente” esas reacciones debido a un suceso aparentemente identificable en su vida cuyos síntomas se  pueden atribuir, y por tanto la persona no suele en estos casos ser etiquetada de enfermo o de “tener depresión”,  aunque fuera  vital buscar ayuda profesional si continuara comportándose así  y  afectara en la vida de la persona en el tiempo.

Sin embargo, cuando una persona exhibe dichos comportamientos sin poder atribuirse un suceso externo determinado o que aparentemente se le pueda atribuir relación con dichas reacciones,  empezamos a “no entender” bien a esa persona, incluso en la sociedad actual de etiquetar dichas reacciones como “anormales” “exageradas” y peor aún como indicio de que “algo va mal” o etiquetándolo con una enfermedad mental. No obstante, esta puede ser un conjunto de reacciones “naturales” por el hecho de estar vivo, ser humano o tener lenguaje: la persona puede sentir hastío porque las cosas “no marchan como debían” como uno soñó o esperaba, un sentimiento profundamente arraigado de falta de sentido sobre la vida como un todo y nuestro lugar en ella envuelve al individuo e influye en todos los aspectos de cómo nos vemos a nosotros mismos y a los demás, cuando encontramos que el mundo es un lugar desconcertante, contradictorio y difícil, con demasiada frecuencia este estado de ánimo que puede experimentarse como  invasivo o puede sentirse desarrollándose lentamente. 

 

Qué es la depresión existencial

 Se ha denominado también «depresión existencial», pero no es necesariamente “negativo” “anormal” ni “artificial”. De hecho, puede provenir precisamente de patrones de ver el mundo, el yo y a los demás de forma más profunda, más exigente en relación a ciertos valores aprendidos en la historia de la persona , así cuando no hacemos lo que soñamos que haríamos, o no nos comportamos según la persona que éramos o querríamos ser, o no caminamos en dirección a la vida o las cosas que nos llenarían o nos gustaría encaminarnos nos cuestionamos nuestra vida, las cosas que van “mal”, preguntándonos los porqués, sufriendo pérdidas que pueden parecer sutiles como un estilo de vida, personas, o valores . Cuestionar significa literalmente “búsqueda continua”. Pero y he aquí quizá la clave de todo: quizá en ese cuestionamiento de tantas cosas inevitablemente… sufrimos, sentimos el dolor de ver o experimentar que las cosas no van como querríamos o esperábamos, que nosotros no vamos, que no encajamos o que perdemos cosas importantes aunque no sean pérdidas visibles. En ese camino de pararnos a ver nuestra vida a nosotros mismos y lo que en el fondo anhelamos no siempre es un proceso consciente pero sí un proceso de transformación en el que el dolor puede jugar un papel esencial e inevitable para que se produzca un cambio, una transformación en nosotros, para llegar al punto de preguntarnos ¿Quién soy yo? y ¿Qué estoy haciendo aquí? Y ¿Por qué?  ¿Para qué?

Considerada de esta manera, la “depresión” u otros estados similares  ofrecen  un medio para explorarnos a nosotros mismos de una manera única y brindándonos una perspectiva inalcanzable. Desafortunadamente, a menudo se malinterpreta, se medicaliza y  se patologiza tanto que hemos llegado a creer que es una enfermedad que debe diagnosticarse y luego tratarse. Como consecuencia, se crea un problema donde no lo había: la persona ahora cree que tiene algo malo que debe “quitarse” y que además debe quitárselo siguiendo ciertas pautas socio-culturales y médicas establecidas:  con antidepresivos recetados,  intervenciones médicas y finalmente la  alienación social… alejándose el individuo más y más de la vida cuando una parte importante de la cura sería precisamente el normalizar y acercarse a esa vida que se plantea aunque suponga rupturas o cierto dolor. La persona creyéndose ya un enfermo  pierde su capacidad latente de actuar como guía de  su yo que desea salir y  realizarse cuando  tiene el potencial de abrir una puerta a nuestro ser más profundo. El dolor puede abrirse paso en medio de la oscuridad hacia la esperanza. Pide cita con una psicologa | 

 

Se permitió sentir esa tristeza como proceso vital y aprendió a manejarla de tal manera que pudo continuar con su vida. Poco a poco y con ayuda, consiguió encontrar respuesta a algunas preguntas y comenzó a sentirse mejor.

 

“Solo en la oscuridad puedes ver las estrellas”

Martin Luther King

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María Aguirre

Cuidado empático transformando el malestar en camino

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