Se molestaba muchísimo cuando la gente llegaba tarde. Tanto, que entraba en un bucle de pensamientos negativos que le hacían sentir como si la gente no se preocupara por ella o no la tuviese en cuenta lo suficiente. A menudo, para cuando la persona llegaba, ella ya tenía un nivel de ansiedad que solo sabía comunicar en forma de agresividad e ira.
Pide cita | La ira es una emoción, y como tal, no es ni positiva ni negativa. Desde que somos pequeños los adultos que nos rodean categorizan las emociones que sentimos en términos de positivas y negativas. Aquellas que se consideran como negativas muchas veces se nos enseña a reprimirlas, puesto que no son «adecuadas».
La ira se considera socialmente como no adecuada, por lo cual no puede ser expresada. Pero la ira nos permite mostrar nuestro malestar o disconformidad con alguna situación, acto u opinión de otra persona. Estos sentimientos son válidos, y si aprendemos a reconocerlos y manejarlos adecuadamente, podemos canalizar la ira de forma diferente.
¿Cómo controlar la ira y la agresividad?
Cuando sentimos que nos domina y estamos desbordados, cuando la dirigimos de forma desmedida hacia otras personas, cuando el bienestar de los demás y el nuestro propio se ve comprometido o cuando aparece en situaciones que no revisten importancia, hablamos entonces de una ira problemática o no adaptativa.
Ira reactiva
Cuando se presenta de forma impulsiva e inmediata en respuesta a una situación, un objeto o una persona que nos produce un malestar o disgusto, bien porque lo consideremos una injusticia, un insulto o una agresión.
Ira pasivo-agresiva
Los sentimientos negativos se expresan a través de actos o palabras pero de forma indirecta hacia otra persona. Un ejemplo claro es cuando hablamos mal de otra persona sin que esta esté presente, o le retiramos la palabra.
Ira evitativa
Actuamos como si todo estuviera bien cuando realmente estamos molestos. Incluso hay personas que no siempre son capaces de reconocer cuando algo les molesta. Pero este tipo de ira se internaliza, reprimiendo el sentimiento correspondiente, lo cual a larga repercute negativamente en nosotros.
Ira directa
Admitimos que nos encontramos molestos o fastidiados por algo pero lo manifestamos de forma racional, constructiva y asertiva. No generamos conflicto y somos capaces de aliviar nuestros malestar de forma adecuada.
¿Debemos expresar la ira y el enfado?
¿Es necesario entonces expresarla de forma libre? No es fácil responder a esta pregunta, puesto que expresar nuestros sentimientos de ira puede llevar a lastimar a otras personas. No podemos olvidar que la ira puede derivar en agresión, bien sea verbal o física. Por lo tanto, es mucho más conveniente que seamos capaces de evaluar las situaciones que nos alteran. Si esto lo hacemos de forma racional, veremos que en muchas ocasiones reaccionamos de forma desproporcionada y podemos aminorar el impacto de nuestras emociones.
Ataques de ira: 7 consejos de una psicóloga
- Aprende a relajarte: respira profundamente. Después, nos repite mentalmente frases que te tranquilicen y den ánimo. Piensa en algo o alguien que te genere emociones positivas.
- Cambia el chip, cambia los pensamientos: evalúa si son racionales, no te pongas en los extremos, no todo es blanco ni negro.
- Sé asertiva: tienes derecho a expresar tus derechos, deseos, emociones y puntos de vista pero sin ofender a los demás. Es bueno aprender a escuchar a los otros y a reforzar nuestra tolerancia.
- Afronta las situaciones: a veces la solución no está en resolver el problema sino en manejar las situación. Ten paciencia y acepta también que no todos los problemas se pueden resolver.
- Comunícate mejor: no grites, modula tu tono de voz, no te centres en lo negativo. No saques conclusiones antes de tiempo y no uses palabras que puedan herir a los demás.
- Sentido del humor: obsérvate desde fuera, intenta aplicar el humor a alguna expresión que hayas utilizado o dale la vuelta a las situaciones que te han molestado.
- Tiempo fuera: evita continuar con lo que te ha alterado, sal y mantente a solas hasta que te sientas más tranquila. El mindfulness o ejercicios de consciencia plena pueden ayudarte.
Practicó algunas formas alternativas para expresar lo que sentía y entendió que la ira mal conducida solo repercutía en un mayor malestar propio y ajeno. Poco a poco se dio cuenta que se sentía mejor al canalizar su ira de manera directa y racional. Aprendió a modular su tono de voz y temperamento a base de práctica y conciencia. Aprendió también a tomar distancia de las situaciones tóxicas que le provocaban una ira reactiva y en las que ya había intentado solucionar previamente a través del diálogo constructivo.
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