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El duelo y sus tipos

Hacía ya meses que había perdido a su madre y aún no se sentía bien. Nada de su vida le apetecía y había perdido la fuerza y energía que le caracterizaba. No hablaba con nadie de cómo se sentía ya que todos esperaban de ella que ya se encontrara mejor. Estaba siendo muy duro.

 

Pide cita con una psicologa | Desde la pandemia, el número de personas que acuden a terapia por procesos de duelo, se ha incrementado, debido a la infinidad de pérdidas que esta ha ocasionado (relaciones, capacidades,estilo de vida/economía, etc).

Una de las mayores quejas de mis pacientes, es la referencia al comportamiento del entorno. La mayoría siente que no recibe el apoyo que necesitan, y se espera de ellos que estén alegres en el menor tiempo posible. No permitiéndoles expresar la infinidad de emociones que experimentan en un momento tan delicado de su vida. En mi opinión personal, en la sociedad, cuesta gestionar las emociones desagradables, y podemos sentirnos incómodos ante las emociones de los demás, lo que puede llevar a ocasionar un apoyo inadecuado, ineficaz e incluso contraproducente. Ahora bien, ¿qué es el duelo? ¿qué emociones provoca?

Podemos definir el duelo como un proceso de adaptación a la pérdida de una persona y/o situación; el cual incluye el desarrollo de varias tareas. Es importante recalcar que el desarrollo de dichas tareas no es proceso lineal, sino que hay avances y retrocesos hasta completarlas todas con éxito.

Como he mencionado antes, durante el duelo se producen diversas emociones que paso a describir a continuación. No todas las personas pasan por todas las emociones, pero sí experimentan algunas de ellas.

 

Fases del duelo

Tristeza: 

La tristeza es una reacción natural y normal ante una pérdida. Se suele expresar mediante el llanto, aunque no siempre es así. El llanto provoca una reacción de empatía y comprensión en el otro. Sin embargo, si no expresamos la tristeza, por miedo a desbordarnos, o tratamos de suprimirla mediante la hiperactividad, puede generarse un duelo complicado.

Ira:

 Al igual que la tristeza, es una reacción normal y natural, aunque puede resultar desconcertante para la persona que la experimenta. La ira puede dirigirse hacia el fallecido o hacía uno mismo; y suele provenir de la frustración por no haber podido evitar la muerte del fallecido. Una ira no expresada, o mal dirigida, puede llevar a un duelo complicado.

Culpa y remordimiento: 

Son emociones normales en las personas supervivientes. Surgen por considerar que no actuó correctamente con el fallecido, que podía haber hecho más, que debería haberse dado cuenta antes de su estado y un largo etc.

Las emociones descritas anteriormente, son normales y necesarias para gestionar un duelo adecuadamente. Además de las emociones, como he mencionado anteriormente, el duelo consiste en la elaboración de las distintas tareas del mismo, pero ¿cuáles son dichas tareas?

 

Tareas para superar el duelo

Tarea I: Aceptar la realidad de la pérdida

Cuando un ser querido fallece, normalmente, la persona entra en un estado de shock. Donde el fallecimiento se ve como algo irreal. La primera tarea, consiste, tras pasar el estado de shock, asimilar la realidad del fallecimiento, que el ser querido no va a regresar. Este proceso no es fácil, y produce un intenso dolor. Por ello, se puede recurrir a estrategias de evitación, tales como negar la existencia de la pérdida, olvidar de forma selectiva, espiritismo, pensamiento mágico, etc.

 

Tarea II: Elaborar el dolor de la pérdida

Perder a un ser querido, es un evento que genera una amalgama de intensas emociones desagradables. Parte del proceso de elaboración, consiste en permitirse sentir dichas emociones displacenteras. Esta tarea puede verse dificultada por el entorno o por la propia persona. Por el entorno, con frases como “no sigas triste” “tu padre no querría eso” “te pasas el día llorando”, etc que hacen sentir al superviviente que sus emociones no son válidas. Respecto a la propia persona, con conductas de evitación que le impidan experimentar el dolor de la pérdida. ¿Cómo podemos ayudar? Permitiendo la ventilación emocional de la persona y normalizando sus emociones.

 

Tarea III: Adaptarse a un mundo sin el fallecido

La muerte de un ser querido, lleva implícita un cambio en la vida del superviviente, un cambio de diferente índole en función de la relación con el mismo. A nivel económico, organizativo, de relaciones sociales, creencias, etc.

El superviviente se ve “forzado” a reorganizar todo su mundo. Hace poco, durante una sesión terapéutica, un paciente me expresaba “me cuesta vivir sin mi padre, nadie en mi vida me ha querido tanto y me ha dado tanto amor”. ¿Cómo podemos ayudar? Reconociendo dichas dificultades en la persona, enseñándole a aceptar dichas pérdidas y focalizando, cuando la persona esté preparada, en lo positivo de su entorno.

Las reorganizaciones u adaptaciones se pueden agrupar en 3 categorías:

  1. Externas: Cómo afecta el fallecimiento a la vida cotidiana (asunción de roles, tareas en el hogar, etc).
  1. Internas: Cómo influye el fallecimiento a la imagen que la persona tiene de sí misma a nivel personal, de habilidades, etc.
  1. Espirituales: Cómo influye el fallecimiento en las creencias, valores y supuestos sobre el mundo de la persona.

 

Tarea IV: Hallar una conexión perdurable con el fallecido al embarcarse en una nueva vida. 

Está tarea es una de las más complicadas. Consiste en que el superviviente siga vinculado al fallecido, pero de un modo que no le impida seguir con su vida. Una vez explicado qué es el duelo, qué emociones genera y cuáles son las fases que podemos experimentar, me gustaría terminar hablando de los diferentes duelos existentes.

 

Tipos de duelo

Duelo anticipado: 

Es aquel que se produce antes de que suceda la muerte. Suele ocurrir en enfermedades crónicas o de larga evolución. Este tipo de duelo permite a la persona ir experimentando las emociones del mismo y preparándose para el fallecimiento, por lo que es menos agudo que el resto; e incluso se puede experimentar algo de calma tras la muerte.

Duelo sin resolver: 

Este tipo de duelo implica que pese a que han pasado varios meses de la pérdida, entre 18 – 24 meses aproximadamente, se siguen experimentando emociones intensas, encontrándose la persona en una fase aguda del mismo. En estos casos, es necesario acudir a un profesional, pues existe un elevado riesgo de depresión.

Duelo crónico: 

Se trata de un duelo sin resolver, donde el malestar de la pérdida no remite con el paso del tiempo, e incluso se puede enquistar durante años. Esto sucede cuando la persona no para de revivir de forma vívida e intensa, momentos relacionados con la pérdida, y, siente que situaciones de su vida cotidiana, se lo recuerdan constantemente.

Duelo ausente: 

Se produce cuando la persona niega la pérdida y prosigue con su vida como si esta no hubiera sucedido.

Duelo retardado: 

Se produce cuando la persona comienza a experimentar las emociones del duelo, meses después de la pérdida, debido a que ha tenido que hacerse cargo de otras tareas. Por ejemplo, una madre con hijos donde fallece el padre. “No puede permitirse flaquear porque tiene que cuidar a sus hijos”.

Duelo inhibido: 

Se produce cuando la persona presenta dificultades para expresar sus emociones, provocando, normalmente, quejas somáticas. Suele ir asociado a personas que normalmente “ocultan” sus emociones.

Duelo desautorizado: 

Este tipo de duelo se produce cuando el entorno de la persona no acepta el mismo, reprochándole que ya debería estar bien, o cuando hay asociado un estigma a la persona fallecida (enfermedad, abandono, etc).

Duelo distorsionado: 

Suele producirse cuando la persona reacciona de forma desproporcionada a la pérdida. En general, se da cuando se experimentan varios duelos en un breve espacio de tiempo.

Si estás pasando por un duelo y necesitas ayuda para gestionarlo, o si sientes que estás anclado en alguna de las tareas y te está costando avanzar, no dudes en acudir a un profesional.Pide cita con una psicologa | 

 

Decidió pedir ayuda y darse un espacio para sentir y experimentar la pérdida como no había hecho en ningún momento. Por fín pudo expresar sus emociones sin sentirse juzgada y, poco a poco, comenzó a sentirse mejor.

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